¿Felicidad sin paz?

Solamente haciendo el bien podremos hallar la Paz del Espíritu. Mucho se habla sobre la paz en estos tiempos; Mussolini decía: “La paz es un ramo de olivo que pende del filo de once millones de bayonetas”(vean ustedes esa clase de palabras, de consejos)...

¿Y en qué quedó el Duce Mussolini? Allá lo colgaron de una gasolinera, y le aplicaron la famosa pena, esa de la “vendetta” italiana, le dieron de puños y de patadas; por último cayó el cadáver al suelo. Alguien por ahí, un ciudadano bastante sádico, mirando el cadáver del Duce entre el lodo, exclamó: “¡El Duce se ha vuelto un cerdo!...

Así que la paz no es cuestión de propaganda, ni de apaciguamientos, ni de ONU, ni ejércitos pro-paz, etc. Recuerden ustedes que la ONU ha enviado también ejércitos que han ido a pelear por la paz. ¿Creen ustedes que pelear

por la paz, es paz? Ustedes mismos son testigos de que la ONU dispone de un ejército, y que estos han atacado a otras fuerzas, que han bombardeado, que han empuñado el fusil... ¿Creen ustedes que así se trabaja por la paz? En el mundo habrán guerras mientras dentro de nosotros existan los factores que producen guerras...

El temor es uno de los principales motivos del armamento mundial. Si un hombre le teme a otro hombre, se arma, carga pistola, ¿por qué? Porque le teme; si no le temiera, no se armaría... Si una nación se arma “hasta los dientes”, si adquiere bombas atómicas, cañones ultramodernos, etc., es porque teme que la invadan, teme que otra nación le ataque...

El miedo hace cometer muchas injusticias, un hombre mata a otro por miedo; el miedo a la vida hace que muchos se metan de ladrones; el miedo a perecer de hambre hace que muchas mujeres se prostituyan; de manera que mientras existan los factores del miedo, del temor, dentro de nosotros, tienen que haber guerras, prostituciones, robos, asesinatos, etc., etc., etc.

Si queremos luchar por la paz, debemos de acabar con los factores que producen guerras: el TEMOR es uno de ellos. Sí queremos nosotros paz, acabemos con el egoísmo. Cada uno de nosotros dice: “Primero yo, segundo yo y tercero yo”,Si se proyecta ese egoísmo mundialmente, si las naciones dicen: “Primero yo, segundo yo y tercero yo”, habrán encuentros por intereses entre país y país, y se desatará la guerra.

Así, pues, la paz no es cuestión de apaciguamientos, ni de propagandas, ni de ejércitos de paz, ni de ONU, ni de UNESCO, ni de O.E.A. Mientras dentro de nosotros existan los factores que producen guerras, en el mundo habrá guerras.

Es necesario que nosotros nos Autoexploremos en momentos de crisis mundial y de bancarrota de todos los principios; es necesario que nosotros nos autoobservemos psicológicamente en instantes en que la Tierra está convulsionada por tantos y tantos terremotos; es necesario que reflexionemos sobre nuestra posición actual, sobre lo que somos, sobre lo que proyectamos, sobre nuestro pensar, sobre nuestro sentir, sobre nuestro obrar...

Nadie podría tener paz en su corazón sino hubiese eliminado de sí mismo previamente las emociones negativas y perjudiciales.

Hemos perdido la inocencia verdadera y la paz del corazón tranquilo y por ello no somos capaces de experimentar directamente la verdad en toda su crudeza, dependemos de lo que digan los demás y es claro que vamos por el camino equivocado.

Realmente, no es posible una edad de luz y de gloria en tanto no hayamos muerto en sí mismos. ¿Cómo podría haber paz sobre la faz dé la tierra si cada uno de nosotros lleva adentro los elementos que producen guerras? ¿Cómo podría haber amor si dentro de cada uno de nos existe el odio? ¿De dónde sacaríamos el altruismo, cuando en el fondo de nuestra conciencia llevamos, desgraciadamente, el egoísmo? ¿Cómo podría resplandecer la castidad si en lo hondo de cada cual hay lujuria?

Para resolver un problema se necesita muchísima paz y quietud mental. Una mente inquieta, batalladora, confundida, no puede resolver ningún problema. Si usted tiene un problema muy grave no, se identifique con el problema, no se convierta usted en otro problema, retírese a cualquier lugar de esparcimiento sano: un bosque, o un parque, o la casa de un amigo muy íntimo, etc. Distráigase con algo distinto, escuche buena música, y luego con su mente tranquila y quieta, estando en perfecta paz, trate de comprender profundamente el problema recordando que la solución de todo problema está en el problema mismo.

Recuerde usted que sin paz no puede hacer nada nuevo. Usted necesita quietud y paz para resolver el problema que se le presente en la vida. Usted necesita pensar de un modo completamente nuevo acerca del problema que quiere resolver, y esto sólo es posible teniendo usted tranquilidad y paz. En la vida moderna tenemos muchísimos problemas y desgraciadamente no gozamos de paz. Esto es un verdadero rompecabezas porque “sin paz no podemos resolver problemas”.

Nosotros necesitamos paz y debemos estudiar este asunto a fondo: Necesitamos investigar cuál es el principal factor que acaba con la paz dentro y fuera de nosotros mismos, necesitamos descubrir cuál es la causa del conflicto. Ha llegado la hora de comprender a fondo en todos los niveles de la mente, las infinitas contradicciones que tenemos dentro, porque ese es el principal factor de discordia y de conflicto.

Comprendiendo a fondo la causa de una enfermedad, curamos al enfermo. Conociendo a fondo la causa del conflicto, acabamos con el conflicto; por lo tanto el resultado es la paz.

Dentro de nosotros y en torno a nosotros existen millares de contradicciones que forman conflictos. Realmente lo que existe dentro de nosotros, existe también en la sociedad porque ésta es, como ya lo hemos dicho tantas veces, una extensión del individuo. Si dentro de nosotros hay contradicción y conflicto, en la sociedad también lo hay. Si el individuo no tiene paz, la sociedad tampoco la tendrá, y en estas condiciones toda la propaganda por la paz resulta, de hecho, totalmente inútil.

Necesitamos resolver primero las causas de la contradicción para acabar con el conflicto. Sólo así viene la paz y con ésta, la solución de los problemas. Es importante descubrir las causas de las contradicciones; es necesario analizar detalladamente esta causa. Sólo así es posible acabar con el conflicto mental. No está correcto culpar a otros de nuestras internas contradicciones. Las causas de estas contradicciones están dentro de nosotros: existe conflicto mental entre lo que somos y lo que queremos ser, entre lo que es un problema y lo que nosotros queremos que sea. Cuando tenemos un problema de cualquier orden, ya sea moral, económico, religioso, familiar, conyugal, etc., nuestra primera reacción es pensar en él, resistirlo, negarlo, aceptarlo, explicarlo, etc. Es necesario comprender que con la angustia mental, con la contradicción, con la preocupación, con el conflicto, no se puede resolver ningún problema.

La mejor forma de reaccionar con un problema es el silencio. Me refiero al silencio de la mente. Este silencio viene no pensando en el problema. Este silencio viene cuando comprendemos que con el conflicto y las contradicciones nada se resuelve. Este silencio no es un don especial de nadie, ni una capacidad de cierto tipo. Nadie puede cultivar este silencioadviene porque sí. Adviene cuando comprendemos que ningún problema se resuelve resistiéndolo, aceptándolo, negándolo, afirmándolo o explicándolo.