¿Existen humanidades felices?

En la EDAD DE ORO de una Raza, no existe ni “lo mío” ni “lo tuyo”, todo es de todos y cada cual puede coger del árbol del vecino sin temor alguno; entonces reina el Amor, la Fraternidad, todos adoran a Dios, le rinden culto; el Ego no existe entonces en los seres humanos, todos son inocentes, preciosos, gozan con la belleza de la Naturaleza; no hay fronteras, no hay ejercito, no hay nada que pueda

disminuir la felicidad; todo es de todos. Y lo único que reina, soberano, es eso que se llama “Amor”. Durante la EDAD DE ORO, la vida es un verdadero Edén; la humanidad sale perfecta de entre las manos de su Creador; gobiernan la Dinastías Solares y por doquiera bulle y palpita la Felicidad.

En la EDAD DE PLATA, comienzan los seres humanos a querer conquistar la Tierra (por eso se representa como un Oso que comienza a avanzar), pero todavía la belleza no disminuye, el esplendor fulge por doquiera, se adora al Sol, se le rinde culto; se le canta a los Hijos de la Mañana, a los Señores de la Aurora; se puede percibir a los Príncipes del Fuego, de los Aires, de las Aguas y de la Tierra.

En la EDAD DE COBRE, comienzan a surgir las guerras, comienzan a aparecer las fronteras, y desaparece el esplendor primigenio.

En la EDAD DE HIERRO, la humanidad llega al estado actual en que se encuentra. La cuarta Bestia, realmente, ha sido espantosa (como dijo Daniel), distinta a las otras bestias, más tendrá su fin de la noche a la mañana. En la Edad de Hierro, todo termina con un pavoroso cataclismo...

Nosotros necesitamos adquirir la verdadera LIBERTAD DEL SER, hasta lograr la dicha a la que tenemos derecho, conseguir la FELICIDAD AUTÉNTICA DEL SER; salir de esta cárcel del dolor en que nos encontramos; abandonar este océano de las amarguras, mas esto solamente es posible mediante el Gran Salto, cayendo en el Vacío Iluminador.

HABITANTES DEL SOL SIRIO (Una humanidad feliz)

Sirio es la capital, dijéramos, de toda esta galaxia en que vivimos. Esta galaxia, la Vía Láctea, el Macrocosmos, tiene muchos millones de sistemas solares y todos los soles y planetas giran alrededor del Sol Central Sirio. Sirio es millones de veces más grande que el sol que nos alumbra.

Sirio en sí mismo es un mundo gigantesco que tiene rica vida mineral, vegetal, animal y humana. Sus habitantes son de muy poca estatura, no alcanzan a tener ni siquiera un metro de alto, yo creo que tienen como medio metro; delgados de cuerpo y con hermosa presencia, son verdaderos Adeptos de la Blanca Hermandad.

En Sirio no puede reencarnarse nadie que no haya alcanzado la estatura de un Kumara; allí aquellos hombres son verdaderos Dioses. Viven humildemente en los campos y a nadie se le ocurre construir ciudades; eso de hacer ciudades es propio de gente no inteligente. Los habitantes de Sirio jamás caerían en semejante error.

Tienen humildes casas, usan túnicas tejidas sencillamente. Cada casa tiene su huerta donde el siriano cultiva sus alimentos y sus jardines donde cultivan sus flores. Viven en paz y armonía todos, unos con otros.

A nadie se le ocurriría hacer allí guerras ni nada por el estilo, pues todo eso es bárbaro y salvaje. Los sirianos son gente muy culta, verdaderos hombres iluminados en el sentido más trascendental de la palabra.

Allí está la Iglesia Trascendida, uno se asombra cuando penetra a ese templo de maravillas. Allí ofician los grandes iniciados de la galaxia; yo he asistido varias veces a las ceremonias.

Constantemente se hace pasar o se vive allí el Drama Cósmico, la vida, pasión y muerte del Cristo. En el templo corazón de aquel mundo gigantesco, de aquel sol extraordinario, encontramos al dios Sirio y con él a todos sus iniciados, sus discípulos.

Realmente Sirio es la capital de la gran galaxia en que vivimos.