¿Qué es la Esencia?

Las gentes comunes y corrientes viven atrapadas por los sentidos externos; sin embargo, hay gentes que ya tienen establecidas, en sí mismas, un CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE; son aquellas personas que en vidas anteriores estuvieron en estos estudios; esas personas buscarán la enseñanza, la anhelarán, sentirán que más allá del mundo de los sentidos hay algo, y no se equivocan.

Mucho más allá de estos sentidos, mediante los cuales nos ponemos en contacto con el mundo exterior, encontramos nosotros la Esencia.

No hay duda de que aquellas personas que poseen un Centro de Gravedad Permanente, sí anhelan de verdad algo distinto, diferente. A pesar de todas las contingencias de la existencia, tengo entendido que su Esencia permanece inmutable; que no ha sido, dijéramos, deteriorada o alterada.

Así, pues, en la Esencia está lo mejor que poseemos; la Esencia es la Conciencia, es lo más decente, lo más digno de nuestro Ser...

Existen dos corrientes de pensamiento en cada uno de nosotros: el uno, viene de la Personalidad, el otro de la Esencia. También podemos decir que los pensamientos que vienen de la Personalidad cultivada, pues, aparentemente son más brillantes, aunque de enjundioso contenido, mas en el fondo los pensamientos que vienen de la Esencia son de tipo superior; sin embargo, se necesita de una buena capacidad de observación para distinguir a unos de otros.

Sucede que comoquiera que los pensamientos de la Esencia son más simples y los de la
Personalidad más complicados, podríamos confundirnos y creer que los pensamientos de la misma, es decir, de la Personalidad, son de calidad superior a los de la Esencia; mas tal confusión se basa especialmente en la ignorancia. Los pensamientos de la Esencia, aunque no tengan mucha erudición, aunque sean muy simples, incuestionablemente son de calidad superior...

Cuando alguien empieza en la vida por preocuparse un poquito sobre su situación en la existencia, cuando se da cuenta, pues, de que no es más que un habitante de la Tierra, demasiado pequeña; cuando piensa en que la Tierra es un pedazo del Sol, una tajada desprendida del Sol o una partícula del Sol, indubitablemente nos está indicando que su Esencia se encuentra, dijéramos, en desasosiego, que anhela, que tiene algo de tipo superior.

Obviamente, esta clase de pensamientos aunque muy simples, a la gente que vive en su pequeño y minúsculo mundito, aquél del microcosmos; a la gente que vive dentro del infinitesimal mundo de los sentidos ordinarios, no le interesa. Uno no sentiría el anhelo de saber si la Tierra es un pedazo de Sol y si el Sol pertenece a la Vía Láctea, a menos que a la Esencia le saliera, dijéramos, tal preocupación o tal anhelo; es la Esencia la que tiene esa calidad de pensamientos, sencillos pero grandiosos en el fondo.

Así, pues, es necesario que los hermanos comprendan que lo más importante que tenemos en nuestro interior es la Esencia, es decir, la Conciencia...

Muchos son los que se preocupan por los poderes mágicos; yo digo a ustedes que la ESENCIA DESPIERTA posee, en sí misma, bellísimas facultades. Lo que necesitamos es desarrollar la Esencia; y uno no podría desarrollarla a menos que trabaje sobre sí mismo. Cuando en verdad nos preocupamos por eliminar de nuestra naturaleza íntima nuestros defectos psicológicos: ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc., la Esencia, naturalmente, comienza a desarrollarse maravillosamente.

Normalmente la Esencia está embotellada, como ya lo he dicho tantas veces, entre esos múltiples “elementos inhumanos” que cargamos en nuestro interior (me refiero a los defectos psicológicos).

A medida que vamos desintegrando o pulverizando tales “elementos”, la Esencia se va desenfrascando, desembotellando, emancipando, y cuando hayamos logrado la aniquilación total de todos los “elementos indeseables” que cargamos en nuestro interior, entonces la Esencia estará libre en forma absoluta, completamente despierta, con una espontaneidad preciosa en este mundo de la manifestación.

A medida, pues, que vayamos aniquilando el Ego, es decir, el “Yo” de la psicología, el “mí mismo”, la Esencia se irá libertando. Con la muerte radical del “Yo”, del “mí mismo”, del “sí mismo”, la Esencia quedará absolutamente libre, y una Esencia libre, manifestándose a través de un cuerpo humano, a través de un cerebro (o de tres cerebros, porque, realmente, no sólo tenemos el cerebro intelectual, sino que también tenemos el cerebro emocional y el cerebro motor), será una Esencia naturalmente preciosísima, y resplandecerán en la misma, los poderes de la clarividencia, de la clariaudiencia, de la telepatía, las facultades para el desdoblamiento astral y muchísimos otros sentidos íntimos que sería largo de enumerar...

Así, pues, el camino para conseguir poderes es el de la muerte; por algo se nos ha dicho: “Si el germen no muere, la planta no nace”... Cuando nosotros morimos en sí mismos, cuando este “querido ego” que llevamos dentro se vuelve polvo, los poderes afloran porque surge la Esencia (surge la Esencia libre); la Esencia libre goza de muchísimas facultades, de preciosos sentidos, de capacidades asombrosas.