¿Cuánta conciencia para qué?

Existe un 97% de subconsciencia y un 3%de Conciencia. Hablando en otros términos diríamos que un 97% de la Conciencia está dormida y que tan solo hay un 3% de la Conciencia que está despierta. Sin embargo existen gentes que no alcanzan el 3% de Conciencia despierta, normalmente llegan al 2%, y hay quienes tan solo al 1%.

Pero si nosotros le decimos esto a los que tienen la Conciencia dormida no creerían, más bien se ofenderían; resulta trabajoso decirle eso a las gentes que duermen, porque no le creen a uno, creen que están despiertos o creen que uno les está hiriendo, les está ofendiendo.

Es necesario despertar, y para ello ante todo es necesario, primero que todo, convencernos sinceramente de que estamos dormidos; cuando uno acepta que está dormido es señal o síntoma de que quiere despertar. Eso es algo muy semejante al loco que está loco; ningún loco acepta que está loco, todos los locos creen que están muy bien. Cuando un loco acepta que está loco es señal inequívoca de que está mejorando.
Lo pueden evidenciar ustedes en los manicomios; no hay loco que acepte que está loco.

Sin embargo, por otro lado, observen a aquellos locos que están listos para salir del manicomio; aceptan que lo están, comprenden que no están bien; esa es precisamente la señal inequívoca de que ya están mejorando notablemente.

Lo mismo sucede con las gentes que tienen la Conciencia dormida: no aceptan que están dormidos, pero cuando ya lo aceptan es una señal inequívoca de que quieren despertar o que comienzan a despertar. No se trata, sin embargo, de reconocerlo intelectualmente, no; cualquiera puede decir automáticamente: “Sí, estoy dormido”, pero otra cosa es estar consciente de que se está dormido, eso es diferente. Existe, pues, una gran diferencia entre el intelecto y la Conciencia.

Pero, ¿cómo lograr ese despertar? Obviamente ya sabemos que el fundamento está en la disolución del Ego, eso es incuestionable, y ese es un asunto que ustedes no ignoran; pero claro, tenemos que ayudarnos con distintos métodos, procedimientos. Todo lo que coadyuve al despertar es útil.

Voy a explicarles una técnica, pero quiero que pongan mucha atención.

Es necesario dividir la atención en tres partes:

1ª) Sujeto.
2ª) Objeto u objetos.
3ª) Lugar.

SUJETO:
No olvidarnos de sí mismos, auto-vigilarnos en cada segundo, en cada momento. Esto implica el estado de alerta en relación con nuestros pensamientos, gestos, acciones, emociones, hábitos, palabras, etc., etc., etc. Cuando uno se olvida de sí mismo comete en la vida muy graves errores. Por ejemplo, si nos olvidamos de sí mismos ante una copa de vino, ¿qué sucedería? Que no solamente nos tomamos la copa, sino que podemos tomarnos muchas más y emborracharnos, de manera, pues, que sería grave olvidarse uno de sí mismo ante una copa de vino.

Si nos olvidamos de sí mismos ante una persona del sexo opuesto, ¿qué sucedería? Podríamos llegar a la fornicación o al adulterio, ¿verdad? Si nos olvidamos de sí mismos, por ejemplo, ante un insultador, seguro que terminamos también insultando, hasta dándonos de golpes con el insultador.

Es, pues, indispensable no olvidarse uno de sí mismo. Ouspensky, por ejemplo, se propuso una noche andar despierto por las calles de San Petersburgo (digo “andar despierto” para diferenciar de “andar dormido”, que es lo que hace toda la gente común y corriente). Anduvo y anduvo aquel hombre auto-vigilándose, autoobservándose, controlando la mente y los sentidos; ese hombre caminó por todas partes. De pronto quiso fumar uno de sus cigarros –él fumaba–; vio un estanco y entró para comprar tabaco. Cuando salió de allí fumando ya no se acordó del ejercicio que estaba practicando; anduvo por muchas calles de San Petersburgo, hasta que llegó a su casa; al entrar en su habitación se acordó otra vez de sí mismo, entonces con dolor se dio cuenta de que se le había olvidado el ejercicio, que su Conciencia se había dormido al entrar en aquel estanco y que anduvo por muchas partes como un verdadero sonámbulo.

Vean ustedes cuán difícil es no olvidarse uno de sí mismo. Al decir “no olvidarse uno de sí mismo”, ¿a qué nos estamos refiriendo? A estar uno autoobservando sus sentimientos, sus impulsos internos, sus penas, sus emociones, sus instintos, sus hábitos, etc. A estar uno vigilando los sentidos y la mente, porque si uno no controla los sentidos y la mente cae en el sueño de la Conciencia.

OBJETO:
Minuciosa observación de todos aquellos objetos o representaciones que por medio de los sentidos llegan a la mente. Este es el segundo aspecto de la clave. Si uno, por ejemplo, ve un hermoso objeto, un traje, un anillo, un perfume, un aparador o vitrina, lo que sea, pero se encanta con aquel objeto que uno está viendo, lo que sucede siempre es que uno cae en el sueño de la Conciencia. ¿Por qué? Porque se olvidó de sí mismo. Al ver el objeto se identifica uno con él, y la pobre Conciencia se duerme profundamente.

Necesitamos observar el entorno, las cosas que nos rodean, sin fascinarnos con ellas. Es urgente comprender que uno jamás debe olvidarse de sí mismo...

¿Que el coche es muy elegante y corre mucho? ¿Que la película es apasionante? ¿Que la casa es muy lujosa? Sí, pero ¿por qué tenemos que olvidarnos de nosotros mismos? ¿Por qué? Por lo común al ver los objetos de nuestro entorno hay un proceso de adormecimiento. Veamos:

1º) Identificación:
Se olvida uno de sí mismo y se identifica con aquel objeto. Una fuerza hipnótica nos coge los sentidos, llevando toda nuestra atención hacia aquel lugar. Dice uno: “Qué hermoso, qué bonito, qué bello es”...

2º) Fascinación:
Queda uno fascinado por el objeto; si es un bonito traje, dice uno: “Este color es el que mejor me combina; qué elegante estaría yo con él; si tuviera dinero me lo compraría, etc., etc.”

 

 

3º) Sueño:
Ese estado de atracción fuerte, seducción y deslumbramiento produce en nosotros un sopor o somnolencia que conduce indudablemente al sueño profundo de la Conciencia.

Entonces empieza uno a soñar de lo lindo con aquel traje, con la fiesta en que lo estrenaríamos, con la hermosa chica a la que se lo enseñaríamos, etc.

Todo tipo de identificación produce fascinación y sueño. Vais andando por una calle, de pronto os encontráis con las turbas que van protestando por algo ante el palacio del señor presidente.

Si no estáis en estado de alerta os identificáis con las multitudes, os fascináis, y luego viene el sueño, gritáis, lanzáis piedras, hacéis cosas que en otras circunstancias no haríais ni por un millón de dólares.

Olvidarse de sí mismo es un error de incalculables consecuencias.

Identificarse con algo es el colmo de la estupidez, porque el resultado viene a ser la fascinación y el sueño.

Es imposible que alguien pueda despertar Conciencia si se olvida de sí mismo, si se identifica con algo.

Es imposible que un aspirante pueda despertar Conciencia si se deja fascinar, si cae en el sueño.

Vais de pronto viajando en cualquier transporte urbano de la ciudad.

Tenéis que abandonar el vehículo en determinada calle; sin saber cómo, os viene a la mente el recuerdo de un ser querido. Os identificáis con dicho recuerdo, viene la fascinación, y luego a soñar despierto... De repente dais un grito de exclamación: “¿Dónde estoy? ¡Caracoles!..., me pasé de calle... Tenía que bajarme en tal esquina, en tal calle...”. Os dais cuenta de que vuestra Conciencia había estado ausente, os bajáis del vehículo y regresáis a pie hasta la esquina donde debíais haberos bajado.

LUGAR:
Por último tiene uno que mirar todo lugar en forma detenida, aun el lugar conocido, la sala de la casa, la habitación, mirarla todos los días como algo nuevo. Donde quiera que uno llegue lo primero que debe decirse es: “Bueno, ¿por qué estoy aquí? ¿Qué tengo yo que ver en este lugar? ¿Por qué he llegado a este lugar, a este mercado, a esta oficina, a este templo, etc.?”. Eso es indispensable si se quiere despertar
Conciencia, no solo aquí, sino en los Mundos Superiores.

Dentro de este factor “lugar” debemos incluir, pues, la cuestión DIMENSIONAL. Podría darse el caso de encontrarse realmente en la cuarta o en la quinta dimensión de la Naturaleza durante el momento de observación.

Recordemos que la Naturaleza tiene siete dimensiones; dentro del mundo tridimensional reina la ley de la gravedad, dentro de las dimensiones superiores de la Naturaleza existe la ley de la levitación.

Al observar un lugar no debemos olvidar jamás la cuestión de las siete dimensiones de la Naturaleza. Conviene entonces preguntarse a sí mismo: “¿En qué dimensión estoy?”. Y luego es necesario, a modo de verificación, dar un saltito lo más largo posible con la intención de flotar en el ambiente circundante.

Es lógico que si flotamos es porque nos encontramos fuera del cuerpo físico. No debemos olvidar jamás que cuando el cuerpo físico duerme, el Ego, con los cuerpos lunares y la Esencia dentro, ambula inconsciente como un sonámbulo en el mundo molecular.

Me viene a la memoria en estos momentos una experiencia vivida muy interesante. Hace algunos años sucedió que llegué a una casa.

Atravesé un hermoso jardín, traspasé el umbral de una sala, y por último penetré en un despacho donde había un bufete de abogados. Ante el bufete encontré una señora muy elegante; ella me atendió. De pronto, platicando con ella, vi sobre el escritorio dos mariposas de vidrio; eran muy hermosas, pero lo que más me asombró es que aquellas mariposas tuvieran vida propia: movían sus alas y sus antenas, y eran de vidrio, incluso respiraban como las demás mariposas, y eran de vidrio y de múltiples colores. Entonces me dije a mí mismo: “¿Cómo es posible que estas mariposas de vidrio hagan todo esto, que tengan vida propia?

Obviamente, fenómenos de esta clase solamente pueden suceder en el mundo astral, porque en el mundo físico esto es completamente imposible”. Miré a mi alrededor y me dije a mí mismo: “¿Qué hago yo en este lugar, en este despacho de abogados?”. Aquella señora platicaba amablemente conmigo. Resolví pedirle permiso a aquella dama para retirarme un momento. Ella, cortésmente, me dio permiso para salir de allí. Ya afuera dije: “Voy a hacer un experimento a ver...”, y di un saltito con la intención de flotar en el medio circundante. Ciertamente, quedé flotando. Entonces me dije a mí mismo: “Estoy en cuerpo astral”.

 Regresé otra vez a aquel despacho, me senté ante el bufete; la señora allí me estaba aguardando, y le dije: “Señora, quiero que usted sepa que en estos momentos nos encontramos en cuerpo astral; acuérdese usted, señora, de que se acostó a dormir hace unas cuantas horas y el cuerpo suyo en estos momentos está durmiendo, reposando entre el lecho”. Yo aguardaba alguna respuesta inteligente de aquella dama, pero lo que vi en ella fueron ojos de sonámbula. Obviamente tenía la Conciencia completamente dormida, no entendió ni “papa” de todo lo que yo le estaba diciendo.

 

 

 

Bueno, en vista de eso, del estado de sueño tan profundo en que estaba aquella señora, ¿qué hice? Me fui, me despedí de ella y salí rumbo a California. Yo necesitaba ir a hacer algunas investigaciones en aquel estado...

Por el camino hallé un hombre que hacía tiempo había muerto. Llevaba un fardo pesado sobre su espalda; había sido cargador de bultos pesados en algún mercado. El infeliz aquel había desencarnado hacía mucho tiempo, pero él creía que todavía estaba vivo. Me acerque a él y le dije: “Amigo, ¿qué es lo que está pasando? ¿Por qué carga usted ese bulto tan pesado sobre sus espaldas”. La respuesta fue: “Estoy trabajando”.

“Pero, ¿qué es lo que dice usted, amigo, no se da cuenta de que ya murió, que ese fardo que usted lleva sobre sus espaldas no es más que una forma mental creada por usted mismo?”. No me comprendió, me miró también con ojos de sonámbulo, no entendió ni “jota” de lo que yo le estaba diciendo. Resolví flotar a su alrededor y sobre su cabeza
para ver si en esa forma tal vez entendiera, mas todo fue inútil.

No comprendió nada, estaba dormido, el infeliz no había hecho en vida nada por despertar Conciencia, y continuaba dormido, con la Conciencia dormida. Seguí mi viaje hacia California, necesitaba hacer las investigaciones, y las hice; eran investigaciones sobre algunas escuelas, etc.

Después regresé nuevamente al cuerpo físico...

Recuerdo también que hace unos cuarenta años me sucedió un caso muy interesante... Me vi en una sala; allí un grupo de personas hablábamos sobre asuntos esotéricos, pero como quiera que, primero, yo no acostumbro a olvidarme de mí mismo; segundo, me encanta observar en detalle todo lo que veo; y, tercero, no permanezco en ningún lugar en forma inconsciente, sino que lo observo en detalle y me pregunto a mí mismo: “¿Por qué estoy aquí? ¿Qué estoy haciendo en este lugar?”. Es claro que en aquella ocasión entraron en actividad esos tres aspectos de la división de la atención. Así que me dije a mí mismo: “Bueno, ¿qué hago yo aquí?”. No me olvidé y miré el lugar... “¿Qué estoy haciendo?”. Miré a las personas que estaban a mi alrededor; “¿Por qué estoy hablando con ellas?”. Todo parecía como si fuera físico, material; los objetos francamente eran normales, sin embargo yo me decía a mí mismo: “¿Por qué tengo que estar aquí? ¿Por qué esta reunión, si yo no me he puesto citas con nadie?”. Aquello lucía tan físico, tan material, que parecía que mis preguntas estuvieran de más. No había detalles que acusaran que yo estuviera en el mundo astral, pero instintivamente siempre he dividido la atención en tres partes: sujeto, objeto y lugar...

¿Qué hice? Pedí permiso también, como para ir al baño o a inhalar un poco de aire fresco. Ya estando fuera de la sala di un saltito alargado con la intención de flotar, y ciertamente floté en el ambiente circundante.

Regresé a la sala, ocupé el sitio donde estaba sentado y me dirigí a todos los concurrentes: “Amigos, tengo que informarles a todos los aquí presentes que nos encontramos en cuerpo astral”... Todos me miraron extrañados (y alguno de ellos, en el mundo físico, estudiaban el esoterismo, el ocultismo). Sin embargo no me comprendieron; se miraron a sí mismos, y uno de ellos me dijo: “¡No, estamos en el mundo físico! ¡Estás loco! ¿De dónde estás sacando eso de que estamos en astral?”. Les dije: “Sí, estamos en astral”, pero como ninguno me quiso creer salí de aquella sala y, después de salir, me dirigí hacia determinado lugar con el propósito de hacer investigaciones esotéricas. Luego regresé, ciertamente, al cuerpo físico... Pero vean ustedes cómo desperté: mediante la división de la atención en tres partes (sujeto, objeto y lugar).

De manera que les aclaro: para hacer correctamente este ejercicio de la división de la atención se debe practicar de segundo en segundo, de instante en instante, hasta que se vuelva un hábito, hasta que se convierta en instinto; al principio y durante largo tiempo es necesario que esto se practique con rigurosa disciplina esotérica, hasta que un día se haga instintivamente. Sucederá entonces que tal ejercicio, practicado en el estado de vigilia, se grabará tanto en el subconsciente que trabajará después automáticamente durante las horas del sueño.

Ustedes habrán visto perfectamente que uno muchas veces sueña con acontecimientos que nos han sucedido en el día. También puede suceder que uno tenga una gran preocupación y sueñe con ella por la noche. Conociendo ese aspecto de la mente, conviene practicar este ejercicio intensivamente. Al acostumbrarse a realizarlo se repite automáticamente durante las horas del sueño, y entonces viene el despertar de la Conciencia.

Conviene saber que durante las horas del sueño, el alma, o para ser más exactos, la “psiquis” (nuestra Conciencia embotellada entre el Ego), se encuentra fuera del cuerpo físico. Vive uno allí como en el físico, pero no se da cuenta realmente de dónde está. Si en esos instantes hace el ejercicio, el resultado viene a ser el despertar de la Conciencia.

Una vez que uno despierta puede dirigirse a cualquier lugar de la Tierra, puede ir a los Templos de Misterios, puede invocar a los seres inefables, conversar con ellos cara a cara, recibir instrucciones directas de los grandes Maestros, etc., etc.

Pregunta- Maestro, en el momento de ir a dormir, ¿debemos seguir esas mismas instrucciones?

Respuesta- Al tiempo de dormirse conviene, naturalmente, que uno observe rigurosamente su cuarto y se diga a sí mismo: “Este es mi cuarto, estas son mis cosas; el techo está pintado de tal o cual color, las paredes de este otro color...”, observar rigurosamente todos los objetos, sus formas, sus colores, etc., y luego decirse a sí mismo: “Si yo apareciese después de este instante en otro lugar, ya sea en la calle o en mi trabajo, o en cualquier otro lugar, es señal de que estaré en cuerpo astral, y entonces
me recordaré a mí mismo, me recordaré, me recordaré..., y daré un saltito con la intención de flotar... ¡Eso haré, eso haré, eso haré!... “.

Practicando este ejercicio por espacio de media o una hora antes de dormirse, si se combina con la práctica de la división de la atención en tres partes: sujeto, objeto y lugar, estoy absolutamente seguro de que lograrán el despertar de la Conciencia muy rápidamente.

Al tiempo de despertar físicamente por la mañana, después del sueño normal, debe uno permanecer quieto en su cama, no moverse, porque con cualquier movimiento se agita la psiquis y se pierden los recuerdos. Debe uno quedarse quieto en su cama y luego practicar un ejercicio retrospectivo a fin de recordar minuciosamente los lugares por donde anduvo, las personas con las cuales habló, el “estado concientivo” en el que se encontraba (ya dormido, ya despierto), etc. Los mismos recuerdos que vaya obteniendo le van indicando si está despertando o no y en qué grado lo está haciendo...