3º) Sueño:
Ese estado de atracción fuerte, seducción y deslumbramiento produce en nosotros un sopor o somnolencia que conduce indudablemente al sueño profundo de la
Conciencia.
Entonces empieza uno a soñar de lo lindo con aquel traje, con la fiesta en que lo estrenaríamos, con la hermosa chica a la que se lo enseñaríamos, etc.
Todo tipo de identificación produce fascinación y sueño. Vais andando por una calle, de pronto os encontráis con las turbas que van protestando por algo ante el
palacio del señor presidente.
Si no estáis en estado de alerta os identificáis con las multitudes, os fascináis, y luego viene el sueño, gritáis, lanzáis piedras, hacéis cosas que en otras
circunstancias no haríais ni por un millón de dólares.
Olvidarse de sí mismo es un error de incalculables consecuencias.
Identificarse con algo es el colmo de la estupidez, porque el resultado viene a ser la fascinación y el sueño.
Es imposible que alguien pueda despertar Conciencia si se olvida de sí mismo, si se identifica con algo.
Es imposible que un aspirante pueda despertar Conciencia si se deja fascinar, si cae en el sueño.
Vais de pronto viajando en cualquier transporte urbano de la ciudad.
Tenéis que abandonar el vehículo en determinada calle; sin saber cómo, os viene a la mente el recuerdo de un ser querido. Os identificáis con dicho recuerdo, viene
la fascinación, y luego a soñar despierto... De repente dais un grito de exclamación: “¿Dónde estoy? ¡Caracoles!..., me pasé de calle... Tenía que bajarme en tal
esquina, en tal calle...”. Os dais cuenta de que vuestra Conciencia había estado ausente, os bajáis del vehículo y regresáis a pie hasta la esquina donde debíais
haberos bajado.
LUGAR:
Por último tiene uno que mirar todo lugar en forma detenida, aun el lugar conocido, la sala de la casa, la habitación, mirarla todos los días como algo nuevo.
Donde quiera que uno llegue lo primero que debe decirse es: “Bueno, ¿por qué estoy aquí? ¿Qué tengo yo que ver en este lugar? ¿Por qué he llegado a este lugar, a
este mercado, a esta oficina, a este templo, etc.?”. Eso es indispensable si se quiere despertar
Conciencia, no solo aquí, sino en los Mundos Superiores.
Dentro de este factor “lugar” debemos incluir, pues, la cuestión DIMENSIONAL. Podría darse el caso de encontrarse realmente en la cuarta o en la quinta dimensión
de la Naturaleza durante el momento de observación.
Recordemos que la Naturaleza tiene siete dimensiones; dentro del mundo tridimensional reina la ley de la gravedad, dentro de las dimensiones superiores de la
Naturaleza existe la ley de la levitación.
Al observar un lugar no debemos olvidar jamás la cuestión de las siete dimensiones de la Naturaleza. Conviene entonces preguntarse a sí mismo: “¿En qué dimensión
estoy?”. Y luego es necesario, a modo de verificación, dar un saltito lo más largo posible con la intención de flotar en el ambiente circundante.
Es lógico que si flotamos es porque nos encontramos fuera del cuerpo físico. No debemos olvidar jamás que cuando el cuerpo físico duerme, el Ego, con los cuerpos
lunares y la Esencia dentro, ambula inconsciente como un sonámbulo en el mundo molecular.
Me viene a la memoria en estos momentos una experiencia vivida muy interesante. Hace algunos años sucedió que llegué a una casa.
Atravesé un hermoso jardín, traspasé el umbral de una sala, y por último penetré en un despacho donde había un bufete de abogados. Ante el bufete encontré una
señora muy elegante; ella me atendió. De pronto, platicando con ella, vi sobre el escritorio dos mariposas de vidrio; eran muy hermosas, pero lo que más me asombró
es que aquellas mariposas tuvieran vida propia: movían sus alas y sus antenas, y eran de vidrio, incluso respiraban como las demás mariposas, y eran de vidrio y de
múltiples colores. Entonces me dije a mí mismo: “¿Cómo es posible que estas mariposas de vidrio hagan todo esto, que tengan vida propia?
Obviamente, fenómenos de esta clase solamente pueden suceder en el mundo astral, porque en el mundo físico esto es completamente imposible”. Miré a mi alrededor y
me dije a mí mismo: “¿Qué hago yo en este lugar, en este despacho de abogados?”. Aquella señora platicaba amablemente conmigo. Resolví pedirle permiso a aquella
dama para retirarme un momento. Ella, cortésmente, me dio permiso para salir de allí. Ya afuera dije: “Voy a hacer un experimento a ver...”, y di un saltito con la
intención de flotar en el medio circundante. Ciertamente, quedé flotando. Entonces me dije a mí mismo: “Estoy en cuerpo astral”.
Regresé otra vez a aquel despacho, me senté ante el bufete; la señora allí me estaba aguardando, y le dije: “Señora, quiero que usted sepa que en estos
momentos nos encontramos en cuerpo astral; acuérdese usted, señora, de que se acostó a dormir hace unas cuantas horas y el cuerpo suyo en estos momentos está
durmiendo, reposando entre el lecho”. Yo aguardaba alguna respuesta inteligente de aquella dama, pero lo que vi en ella fueron ojos de sonámbula. Obviamente tenía
la Conciencia completamente dormida, no entendió ni “papa” de todo lo que yo le estaba diciendo.
Bueno, en vista de eso, del estado de sueño tan profundo en que estaba aquella señora, ¿qué hice? Me fui, me despedí de ella y salí
rumbo a California. Yo necesitaba ir a hacer algunas investigaciones en aquel estado...
Por el camino hallé un hombre que hacía tiempo había muerto. Llevaba un fardo pesado sobre su espalda; había sido cargador de
bultos pesados en algún mercado. El infeliz aquel había desencarnado hacía mucho tiempo, pero él creía que todavía estaba vivo. Me
acerque a él y le dije: “Amigo, ¿qué es lo que está pasando? ¿Por qué carga usted ese bulto tan pesado sobre sus espaldas”. La
respuesta fue: “Estoy trabajando”.
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“Pero, ¿qué es lo que dice usted, amigo, no se da cuenta de que ya murió, que ese fardo que usted lleva sobre sus espaldas no es más que una forma
mental creada por usted mismo?”. No me comprendió, me miró también con ojos de sonámbulo, no entendió ni “jota” de lo que yo le estaba diciendo.
Resolví flotar a su alrededor y sobre su cabeza
para ver si en esa forma tal vez entendiera, mas todo fue inútil.
No comprendió nada, estaba dormido, el infeliz no había hecho en vida nada por despertar Conciencia, y continuaba dormido, con la Conciencia
dormida. Seguí mi viaje hacia California, necesitaba hacer las investigaciones, y las hice; eran investigaciones sobre algunas escuelas, etc.
Después regresé nuevamente al cuerpo físico...
Recuerdo también que hace unos cuarenta años me sucedió un caso muy interesante... Me vi en una sala; allí un grupo de personas hablábamos sobre
asuntos esotéricos, pero como quiera que, primero, yo no acostumbro a olvidarme de mí mismo; segundo, me encanta observar en detalle todo lo que
veo; y, tercero, no permanezco en ningún lugar en forma inconsciente, sino que lo observo en detalle y me pregunto a mí mismo: “¿Por qué estoy
aquí? ¿Qué estoy haciendo en este lugar?”. Es claro que en aquella ocasión entraron en actividad esos tres aspectos de la división de la atención.
Así que me dije a mí mismo: “Bueno, ¿qué hago yo aquí?”. No me olvidé y miré el lugar... “¿Qué estoy haciendo?”. Miré a las personas que estaban a
mi alrededor; “¿Por qué estoy hablando con ellas?”. Todo parecía como si fuera físico, material; los objetos francamente eran normales, sin embargo
yo me decía a mí mismo: “¿Por qué tengo que estar aquí? ¿Por qué esta reunión, si yo no me he puesto citas con nadie?”. Aquello lucía tan físico,
tan material, que parecía que mis preguntas estuvieran de más. No había detalles que acusaran que yo estuviera en el mundo astral, pero
instintivamente siempre he dividido la atención en tres partes: sujeto, objeto y lugar...
¿Qué hice? Pedí permiso también, como para ir al baño o a inhalar un poco de aire fresco. Ya estando fuera de la sala di un saltito alargado con la
intención de flotar, y ciertamente floté en el ambiente circundante.
Regresé a la sala, ocupé el sitio donde estaba sentado y me dirigí a todos los concurrentes: “Amigos, tengo que informarles a todos los aquí
presentes que nos encontramos en cuerpo astral”... Todos me miraron extrañados (y alguno de ellos, en el mundo físico, estudiaban el esoterismo, el
ocultismo). Sin embargo no me comprendieron; se miraron a sí mismos, y uno de ellos me dijo: “¡No, estamos en el mundo físico! ¡Estás loco! ¿De
dónde estás sacando eso de que estamos en astral?”. Les dije: “Sí, estamos en astral”, pero como ninguno me quiso creer salí de aquella sala y,
después de salir, me dirigí hacia determinado lugar con el propósito de hacer investigaciones esotéricas. Luego regresé, ciertamente, al cuerpo
físico... Pero vean ustedes cómo desperté: mediante la división de la atención en tres partes (sujeto, objeto y lugar).
De manera que les aclaro: para hacer correctamente este ejercicio de la división de la atención se debe practicar de segundo en segundo, de
instante en instante, hasta que se vuelva un hábito, hasta que se convierta en instinto; al principio y durante largo tiempo es necesario que esto
se practique con rigurosa disciplina esotérica, hasta que un día se haga instintivamente. Sucederá entonces que tal ejercicio, practicado en el
estado de vigilia, se grabará tanto en el subconsciente que trabajará después automáticamente durante las horas del sueño.
Ustedes habrán visto perfectamente que uno muchas veces sueña con acontecimientos que nos han sucedido en el día. También puede suceder que uno
tenga una gran preocupación y sueñe con ella por la noche. Conociendo ese aspecto de la mente, conviene practicar este ejercicio intensivamente. Al
acostumbrarse a realizarlo se repite automáticamente durante las horas del sueño, y entonces viene el despertar de la Conciencia.
Conviene saber que durante las horas del sueño, el alma, o para ser más exactos, la “psiquis” (nuestra Conciencia embotellada entre el Ego), se
encuentra fuera del cuerpo físico. Vive uno allí como en el físico, pero no se da cuenta realmente de dónde está. Si en esos instantes hace el
ejercicio, el resultado viene a ser el despertar de la Conciencia.
Una vez que uno despierta puede dirigirse a cualquier lugar de la Tierra, puede ir a los Templos de Misterios, puede invocar a los seres inefables,
conversar con ellos cara a cara, recibir instrucciones directas de los grandes Maestros, etc., etc.
Pregunta- Maestro, en el momento de ir a dormir, ¿debemos seguir esas mismas instrucciones?
Respuesta- Al tiempo de dormirse conviene, naturalmente, que uno observe rigurosamente su cuarto y se diga a sí mismo: “Este es mi cuarto, estas
son mis cosas; el techo está pintado de tal o cual color, las paredes de este otro color...”, observar rigurosamente todos los objetos, sus formas,
sus colores, etc., y luego decirse a sí mismo: “Si yo apareciese después de este instante en otro lugar, ya sea en la calle o en mi trabajo, o en
cualquier otro lugar, es señal de que estaré en cuerpo astral, y entonces
me recordaré a mí mismo, me recordaré, me recordaré..., y daré un saltito con la intención de flotar... ¡Eso haré, eso haré, eso haré!... “.
Practicando este ejercicio por espacio de media o una hora antes de dormirse, si se combina con la práctica de la división de la atención en tres
partes: sujeto, objeto y lugar, estoy absolutamente seguro de que lograrán el despertar de la Conciencia muy rápidamente.
Al tiempo de despertar físicamente por la mañana, después del sueño normal, debe uno permanecer quieto en su cama, no moverse, porque con cualquier
movimiento se agita la psiquis y se pierden los recuerdos. Debe uno quedarse quieto en su cama y luego practicar un ejercicio retrospectivo a fin
de recordar minuciosamente los lugares por donde anduvo, las personas con las cuales habló, el “estado concientivo” en el que se encontraba (ya
dormido, ya despierto), etc. Los mismos recuerdos que vaya obteniendo le van indicando si está despertando o no y en qué grado lo está haciendo...
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